En la mayoría de los casos, que a nuestro hijo le diagnostiquen de TDAH, suele conllevar una serie de dudas o preguntas que nos llevan a plantearnos nuestra propia capacidad de afrontar esta nueva situación. ¿Seré capaz de ayudarle? ¿Tendrá un buen futuro? ¿Qué puedo hacer yo? ¿Está avocado al fracaso?
Toda nueva situación suele generar en el ser humano una incertidumbre que puede ser difícil de manejar. Afrontarlo con confianza, con estrategias y técnicas eficaces nos facilita su enfrentamiento. Una de los aspectos que nuestra propia experiencia nos ha enseñado es que si se maneja adecuadamente, un niño con TDAH puede evolucionar hacia convertirse en un adulto perfectamente satisfecho, con una vida plena y de éxito.
El TDAH supone un desarrollo cerebral diferente al de otros niños y lleva asociado a él diversas particularidades, pero también depende en gran medida de cómo se actúe desde la familia y cómo desde el colegio para que el trastorno cree los menos problemas posibles y sea una característica más del niño, o que, al contrario, se convierta en un obstáculo permanente para su desarrollo.
En general, los niños quieren agradar a sus figuras de autoridad, principalmente sus padres, y en el colegio, a sus profesores. Son niños muy afectivos, les encanta que se les alabe y se les reconozca su esfuerzo, tanto verbalmente, como en forma de buenos resultados académicos. El inconveniente nos lo encontramos cuando el niño o adolescente ha vivido muchas experiencias negativas: situaciones en las que sólo se han centrado en las cosas que ha hecho mal, cuántos «no» ha recibido, cuántas etiquetas negativas se le han colocado, rechazo de algunos compañeros, etc. Ese balance negativo en el refuerzo y en sus vivencias pueden llevar al niño/adolescente a creer que no es una persona válida y a actuar de una forma perjudicial, y en la mayoría de los casos, contraria a él. Tanto que a veces puede costar encontrarles las virtudes o pensar que las «ha debido perder por el camino». Nada más lejos de la realidad ¿o acaso un billete de 50€ pierde su valor por mucho que este arrugado, pisado, roto por una esquina o hecho una bola? Nosotros creemos que no. Por eso, en esta entrada intentaremos acercar una serie de consejos y orientaciones que podéis llevar a cabo:
- Evita la culpa. Educar a un hijo es una labor a largo plazo. La educación de un niño requiere años, es un proceso permanente y con numerosos baches. No debéis sentiros culpables de aquello que no se ha producido por vuestra propia voluntad. No debéis sentiros culpables si en alguna ocasión os veis sobrepasados. Debemos conocer nuestras propias limitaciones, saber que si nos equivocamos en alguna ocasión fue con la intención de dar lo mejor de nosotros mismos, y en el caso de que no nos creamos lo suficientemente capacitados para ofrecer la mejor solución, pedir ayuda.
- Pensamiento positivo. En nuestro día a día, en muchas ocasiones no podemos decidir los acontecimientos tal y como nos vienen, pero si que podemos decidir cómo responder ante ellos. Estar más pendientes de qué logros va consiguiendo nuestro hijo, por pequeños que sean, más que de las dificultades que tiene nos ayudará a ver los avances en su desarrollo. Debemos intentar aportarle cada día algo que le haga sentir bien, satisfecho, capaz…que le haga desear seguir aprendiendo y relacionándose con su entorno.
- Favorezca su desarrollo. Favorecer su desarrollo es permitirles crecer por el camino que van surgiendo ante ellos, permitirles avanzar, ser su apoyo sin ahogar su crecimiento por nuestros propios miedos, que sean ellos mismo sin ser un clon de sus padres o un reflejo de lo que nos gustarían que llegaran a ser. La vida es larga y cada persona puede triunfar en un momento determinado o fracasar o dar problemas en otros momentos. El éxito dependerá de otros factores como el apego familiar, la capacidad de adaptarse al entorno, regular sus emociones y fomentar su confianza y su percepción de capacidad a la hora de afrontar tareas que impliquen esfuerzo y trabajo. Esto se va consiguiendo y modelando con el paso del tiempo, debemos tener paciencia, puesto que cada niño/a sigue el curso particular de su desarrollo personal.
- Conóceles y entiende qué les pasa. Conocer cuáles son las características inherentes al trastorno, aprender a manejarlo y comprenderlo, a identificar los errores típicos y sus obstáculos mejorará la propia capacidad y confianza de los padres para hacer frente a las diferentes situaciones que os iréis encontrando. Os permitirá saber que situaciones son pertenecientes al trastorno y cuáles a la edad y a la etapa del desarrollo en que se encuentre.
- Busca el apoyo del colegio. El colegio y los profesores son elementos fundamentales para potenciar el crecimiento positivo de los alumnos. En ese contexto el niño/a pasa mucho tiempo de su vida, se relaciona con multitud de compañeros y desde allí se pueden llevar a cabo muchas iniciativas que le ayuden aparte de las propiamente académicas.
- Coordina y comunícate con todos los profesionales. Nosotros consideramos que es fundamental abordar el trabajo con estos niños desde una perspectiva multidisciplinar. Es muy importante la coordinación de todas las personas que interaccionan con el niño/a, que sigan las mismas pautas y que puedan intercambiar opiniones sobre las mejorías o puntos a seguir trabajando.
En conclusión, entendemos que hay momentos en que los acontecimientos nos invitan a arrojar la toalla, a creernos que no vamos a ser capaces o a que ya no somos capaces de afrontar la situación, a pensar que nuestro hijo nunca va a llegar a ser nada más que a ser un desdichado. No os los creáis, claro que podéis ayudarlos, guiarlos y educarlos. Cometerán errores, vivirán situaciones desagradables y deberemos ofrecerles un espacio donde poder enseñarles para que aprendan de sus errores. Constancia, paciencia y confianza. Están creciendo.