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Desde pequeños, todos los niños están en contacto con los deportes: le regalamos una pelota para que jueguen, bailan al ponerle música, corren, montan en bici, etc. Esto debería ser un hábito a fomentar en todas las edades.

 

El deporte  es una potente herramienta de socialización en la infancia. Con ellos interactúan, aprenden, experimentan emociones positivas y negativas, interiorizan unas normas y se desarrollan como personas.

La práctica de un deporte no solo ayuda a mejorar las habilidades sociales fundamentales para que se desarrollen emocionalmente sino que, a su vez, es una actividad que promueve hábitos de vida saludables y se segrega endorfinas, lo que favorece el sentimiento de bienestar.

Muchos estudios hacen hincapié en la relación que existe entre TDAH y dificultades en la coordinación (tanto fina como gruesa). Algunos de ellos, proponen la falta de coordinación en edades tempranas como factor predictor de la aparición de TDAH en edades futuras. Pero, ¿esto les debe frenar o les incapacita para realizar algún deporte? En nuestra opinión, no. Pero si que debemos tener en cuenta varios factores a la hora de elegir un deporte: interés del niño/a, destreza y nivel de exigencia.  De todas ellas, principalmente de la última hablaremos en futuras entradas.

El deporte es una actividad saludable que beneficia a los niños no sólo físicamente sino también mentalmente. Practicar un deporte consigue que los niños/as con TDAH adquieran habilidades cognitivas como el autocontrol, la planificación, la organización o la concentración. Dichas estrategias pueden luego generalizarse a otros ámbitos, demostrando que los niños deportistas adquieren un mejor rendimiento académico y una mayor capacidad de atención y concentración.

Además, el deporte puede ayudar a mejorar el comportamiento de estos niños, ya que para la realización de todos ellos deben interiorizar unas normas y una disciplina, a la vez que aprenden unos valores.

El deporte invita también a experimentar emociones negativas como la frustración y la agresividad, lo que les da la oportunidad de empezar a tolerarlas y a manejarlas. Desde pequeños deben aprender que no siempre se puede ganar ni conseguir lo que uno quiere, pero ello no debe desanimarlos, sino motivarlos para mejorar.

Otro aspecto provechoso lo encontramos en que, si un niño es diestro a la hora de realizar un determinado deporte, que lo practique y destaque positivamente en él, va a mejorar su autoestima y el autoconcepto que tiene de sí mismo. Como hemos comentado en otras entradas, en el ámbito académico no tienden a verse competentes, por lo que percibirse a ellos mismos como personas hábiles en otros entornos, provoca un menor daño en su autoestima, pues no generalizan su baja destreza en un determinado ambiente.

¿ES PREFERIBLE UN DEPORTE DE EQUIPO O INDIVIDUAL?

 Los niños con TDAH suele tener más dificultades para practicar juegos de equipo, estando más indicados para ellos los deportes individuales (tenis, natación, judo, karate, equitación, etc.). En ellos, suelen  tener un contacto más personalizado con su entrenador y les es más sencillo concentrarse. A pesar de llamarse “individuales”, en la mayoría de los casos se entrenan con otros muchos niños por lo que no se pierde la interacción social y el beneficio que ello proporciona.

Esto no quiere decir que los deportes de equipo (futbol, baloncesto, balonmano, baile, etc.) estén vetados para ellos. Por regla general, van a estar más interesados en este tipo de deportes al ser más populares, por lo que su motivación (tan importante para todo) será mayor. Estas situaciones suponen un desafío tanto para el entrenador como para el niño, que llevado de manera positiva y con unas buenas estrategias, llega a ser muy beneficioso.

En conclusión, el deporte es una herramienta más de la que disponemos para potenciar el desarrollo personal de los niños con TDAH pues socializan, enseñan habilidades sociales y cognitivas, es una fuente importante para que canalicen el exceso de energía y les mantiene en forma y sanos.