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Una de las grandes consultas que nos plantean muchos padres ante la sospecha de que su hijo pueda tener TDAH es a qué especialista deben llevarlo, quién se encarga de dar el diagnóstico o si deben priorizar un especialista ante otro. Estas y muchas otras preguntas intentaremos resolver en esta nueva entrada, pero la primera recomendación que debemos tener clara es que los profesionales que se encarguen de ello sean especialistas en el trastorno.

Al igual que en el tratamiento, el diagnóstico del Trastorno de Déficit de Atención con o sin Hiperactividad (TDAH) debe ser multidisciplinar, esto quiere decir que los especialistas que valoren a vuestro hijo/a deben incluir las 3 áreas principales donde más afecta este trastorno: médicapsicológica y psicoeducativa. Por la misma razón que se recomienda que durante el tratamiento intervengan diferentes especialistas en estos tres ámbitos, durante la evaluación se antoja necesario que sean profesionales médicos (neuropedriatas, psiquiatra infantil, neurólogo etc.) y psicólogos (neuropsicólogos o psicólogos clínicos con experiencia en el área psicoeducativa) los que participen en el proceso.

Por lo tanto, si acudís a vuestro pediatra, neurólogo o psiquiatra infantil es recomendable que éste os derive a un psicólogo especializado para que termine de valorarlo. Este procedimiento también puede ser inverso, es decir, acudir primeramente a un psicólogo que os realice una completa evaluación para, posteriormente, ir a la consulta de un médico especialista.

La primera característica que debemos tener claro ante el diagnóstico del TDAH es que, a día de hoy, nos encontramos ante un diagnóstico comportamental¿Esto que quiere decir? ¿Pero no se conocen ya una serie de diferencias entre el cerebro de un niño con este trastorno y el de otro niño que no lo padece?

Fruto de las numerosas investigaciones que se llevan realizando desde hace unos años hasta hoy, vamos conociendo cada vez más cómo se comporta el cerebro de un niño con TDAH y las diferencias que se encuentran con respecto a otro niño sin él. Descubrimos que este trastorno conlleva una maduración más lenta de ciertas áreas del cerebro, que utilizan en algunos casos vías de procesamiento de la información diferentes o que presentan bajos niveles de hierro en el cerebro entre otras diferencias. Pero actualmente no existe nada en el cerebro de las personas con TDAH que pueda detectar un médico y que sea una señal inequívoca de que esa persona tiene el trastorno. Encontrar y establecer un biomarcador válido para el TDAH sería vital para esclarecer y conseguir diagnósticos precoces y objetivos. Esta es una de las principales vías de estudio sobre las que están trabajando varios grupos de investigación, pero del que desgraciadamente no disponemos resultados concluyentes todavía.

En estos tiempos se han ido creando herramientas para mejorar los diagnósticos, como por ejemplo los test genéticos o pruebas como Aula Nesplora que utiliza la realidad virtual para simular el contexto natural de una clase y medir la sintomatología característica del trastorno. Con respecto a los test genéticos comentar que no diagnostican, sino que lo que ofrecen es una recopilación de información (conociendo los genes implicados en distintos aspectos del trastorno) sobre la predisposición a desarrollar TDAH, las posibles comorbilidades que pueden aparecer (problemas de conducta o abuso de sustancias principalmente) y la respuesta ante el tratamiento farmacológico.

Por lo tanto, el diagnóstico debe efectuarse recogiendo información del comportamiento del niño/a. Se realiza a partir de una entrevista clínica con los padres y agrupando la información que nos facilitan éstos junto con los profesores a través de cuestionarios de conducta. A su vez, se elabora un informe con las pruebas neuropsicológicas que se pasan al niño y con la información recogida por el profesional a través de la observación directa durante dicho proceso con el menor. (Si se quiere obtener más información sobre la evaluación neuropsicológica les remitimos a nuestra entrada del blog «La importancia de la evaluación neuropsicológica en el TDAH» https://educatdah.wordpress.com/2015/02/23/la-importancia-de-la-evaluacion-neuropsicologica-en-el-tdah/)

¿POR QUÉ SE RECOGE INFORMACIÓN DE LOS PROFESORES?

La información que se recoge a través de los padres resulta incompleta. Una de las principales características del TDAH (y que en muchas ocasiones emborrona la imagen de personas que desconocen el trastorno) es, que quienes lo padecen, presentan sintomatología que tienen todos los niños (inatención, exceso de actividad – hiperactividad – e impulsividad), pero en un grado de intensidad y frecuencia mayor y con una afectación en su vida superior, que les dificulta la adaptación social, familiar, emocional y/o escolar.

Los profesores gracias al ratio de niños con los que trabajan disponen de un contexto y una situación ideal para observar si un niño tiene una sintomatología más marcada o por encima de lo habitual con respecto a su edad.  De la misma manera tienen la posibilidad de observar al niño realizando tareas que le exigen autocontrol, atención sostenida y un esfuerzo mental continuado. En relación con los padres, que generalmente disponen sólo de información a través de la comparación con hermanos, sobrinos o familiares, los profesores su situación laboral les habilita para recoger una mayor y útil información con el resto de sus iguales. Por su papel relevante en la evaluación (así como en la intervención en el aula con este tipo de alumnos) es fundamental formales en el trastorno y enseñarles herramientas para que puedan ofrecer su ayuda con la mejor eficacia posible.

EL PORQUÉ DE LA VALORACIÓN DE UN PSICÓLOGO.

Como venimos contando el TDAH tiene un origen neurobiológico y no emocional, aunque si presentan dificultades para el manejo de las emociones lo que puede agravar y acentuar la sintomatología típica. Sin embargo, existen muchas situaciones que afectan, interfieren o provocan un cambio en la vida del menor que puede provocar sintomatología similar a la del TDAH sin que ello signifique que se padece el trastorno. Así nos encontramos que un proceso de separación de sus padres, experiencias reiteradas negativas en el colegio (con profesores o compañeros), una enfermedad grave, el nacimiento de un nuevo hermano u otros trastornos orgánicos (como el trastorno del X frágil o problemas con la tiroides), pueden conllevar respuestas impulsivas, hiperactividad, labilidad emocional e inatención.

El diagnóstico debe ser lo suficientemente profesional como para abordar un diagnóstico diferencial y valorar si el niño manifiesta estos síntomas porque tiene un TDAH o si se debe a algún tipo de acontecimiento personal que conlleva una nueva adaptación, un trastorno en el estado del ánimo, un trastorno orgánico, un leve retraso intelectual, etc.

Por ello es fundamental que el profesional que evalúe a vuestro hijo se tome su tiempo para realizar un estudio a fondo y poder establecer un diagnóstico correcto. En el caso en que no sea así, una segunda opinión siempre puede resultar positiva.

¿ES POSIBLE DIAGNOSTICAR A LOS 3-4 AÑOS?

Para terminar no queríamos dejar de comentar un aspecto que genera también muchas dudas a los padres y es el rango de edad en el que se puede diagnosticar a nuestro hijo/a con TDAH.

La edad más común del diagnóstico es con 6-7 años, ya que en este rango la fiabilidad aumenta. Esto es debido a que el problema se hace más patente en los primeros cursos de Primaria donde se le exige mantener la atención durante un tiempo más prolongado, las tareas son más monótonas y el nivel de contenidos académicos es más riguroso y estructurado.

Esto no quiere decir que en algunos casos no sea muy evidente desde los 3 o los 4 años, principalmente si presenta características hiperactivas/impulsivas, pero siempre es recomendable esperar unos años para establecer un diagnóstico. Pero en este punto entra en juego el diagnóstico precoz, fundamental para tomar medidas beneficiosas para el menor lo antes posible, por lo que si se tiene alguna sospecha de poder padecer TDAH a tan temprana edad, consultarlo con un profesional, tomar una serie de medidas en casa e irle enseñando una serie de estrategias adaptadas a su edad nunca va a hacerle daño.

En conclusión, lo ideal es que se desarrollaran y crearan pruebas objetivas, herramientas que nos permitieran a través de procedimientos médicos (como por ejemplo los TAC, resonancias magneticas, etc.) medir de una forma más objetiva la posibilidad de padecer el trastorno. Diagnosticar TDAH es muy difícil debido a su amplia variedad de síntomas conductuales y lo que estamos realizando a día de hoy es diagnosticar a través de evaluar estas conductas externas que son causa de las alteraciones internas que conlleva el trastorno. De esta manera entran en juego los juicios personales y la subjetividad de los profesionales medicos, psicólogos, profesores y los propios padres. Afortunadamente los conocimientos que se van sabiendo del trastorno y la sensibilización cada vez mayor de los profesionales hacen que la subjetividad entre menos en juego y nos encontremos en la mayoría de los casos diagnósticos acertados con estudios en profundidad.

Equipo de Educ-at

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El curso ya está acabando y, desde septiembre, estamos publicando diferentes noticias y escritos muchos de ellos fruto de nuestro día a día trabajando con niños y adolescentes, en su inmensa mayoría afectados por TDAH.

Y es que, cuando decidimos trabajar sobre este trastorno, no nos podíamos imaginar como estos chicos (en ocasiones excluidos en sus colegios por no ser considerados “brillantes”) podían esconder tantas cualidades y capacidades que cuando se trabajan bien salen a la luz en su mejor versión (siempre decimos que estamos creando una pequeña “fábrica” de futuros psicólogos, ya que muchos de ellos nos plantean el deseo de poder intentar contribuir a que otros compañeros no lo pasen tan mal en el futuro).

No obstante, no nos podemos olvidar de que este camino que llevamos en la actualidad con más de cincuenta familias no es un camino fácil. Y es que, la mayoría de estos maravillosos chicos tienen un punto en común: su baja autoestima fruto de una etapa a remolque.

Por ello, siempre los primeros esfuerzos se deben centrar en el trabajo de dicha autoestima. Es decir, tenemos que hacerles ver como son personas llenas de posibilidades que deben intentar poner sus esfuerzos en olvidar un pasado a veces tormentoso (fácil decir esto…) y centrarse en un futuro prometedor.

Una vez que el camino prosigue y ellos se van empezando a ver capaces entramos en un punto conflictivo: la confrontación y el enfrentamiento con la realidad. Este punto (el menos bonito de nuestro trabajo) es extremadamente importante y casi siempre necesario por algunos de estos motivos:

  • La fina línea entre el no puedo y no quiero (al principio no se ven capaces pero el dejar de esforzarse también trae consecuencias positivas a corto plazo)
  • Sentimientos de indefensión aprendida
  • Rebeldía propia de la infancia o la adolescencia

Es aquí donde (teniendo muy claro que deberemos esperar el momento oportuno para reforzar el mínimo esfuerzo y también sabiendo que la excesiva presión no es efectiva) debemos ponernos serios y saber que siempre pensando en el desarrollo de estos chicos, no solo vale la palmadita en la espalda.

Este paso necesario es extremadamente difícil de aplicar en las familias (siendo esto muy razonable). Y es que, tendemos a pensar que cuanto más fácil le pongamos la vida a nuestros hijos, parejas y demás seres queridos más felices les hacemos. Por ello, en muchas ocasiones nos convertimos en defensores aférrimos de comportamientos que a la larga no traen consecuencias positivas.

La realidad no es esto, ya que la experiencia nos dice que todo el mundo necesitamos personas que nos pongan los pies en la tierra, nos exijan aquello que podemos dar y nos ayuden a desarrollar una capacidad que nos permita antes de buscar excusas externas poder empezar mirándonos a nosotros mismos.

Esto no suele ser aceptado ya que, ¿A qué adulto nos gusta inicialmente que nos contradigan, nos hagan ver nuestros fallos o nos empujen a seguir luchando cuando creemos que las fuerzas han llegado a su límite? Generalmente a ninguno, aunque todos a la larga entendemos que es lo que más nos ayuda y buscamos precisamente rodearnos de este tipo de personas.

Si bien es importante en los adultos, ni que decir tiene en los niños sobre todo para no caer en lo que es bajo nuestro punto de vista uno de los mayores males en la sociedad actual: la baja tolerancia a la frustración.

Y es que, en un mundo donde se puede acceder a todo con un solo click y donde parece que nada importa (ya que el “no pasa nada” está a la orden del día) falta mucha tolerancia a la frustación. Dicho de otra manera, desde que somos pequeños no vemos límites y entendemos que a cada momento puedo satisfacer mis deseos centrándome en el placer más inmediato. Por ello, el esfuerzo queda a veces en un segundo plano y nos olvidamos la lucha intensa que requiere perseguir nuestros objetivos.

De esta forma entendemos que con cariño y comprensión combinado con confrontación y  una buena dosis de refuerzo positivo (alternado con un correcto establecimiento de normas y límites) podemos conseguir que estos chicos logren el éxito que deben conseguir de cara al potencial que poseen.

No nos olvidemos que un niño con TDAH puede y debe conseguir un desarrollo totalmente normal.

Por último, animaros a los padres (que sois los que siempre mantenéis una lucha incansable) a ayudar a dar el empujón final y completar un curso que sabemos que en muchos casos ha sido bastante complicado.

Nos complace poder seguir viendo como estos chicos salen adelante y esta dura lucha finalmente tiene recompensa. ¡Mucho ánimo!

Equipo de Educ-at

educatdah.com

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El trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) representa el problema del neurodesarrollo más frecuente en la edad infantil, con cifras de prevalencia en torno al 5-7%, lo que supone al menos un niño en cada aula escolar. Estos niños se caracterizan por tener una atención imperfecta (dividida, excesivamente focalizada, con déficit en el mantenimiento), por la distraibilidad, o por una posible curiosidad compulsiva en el entorno, que les impide desarrollar una tarea, y por la hiperactividad, siempre reflejada en un comportamiento cognitivo acelerado y muchas veces en un comportamiento motor excesivamente movido.

Para acercarse a un diagnóstico de TDAH, se requiere una minuciosa evaluación de la conducta del niño en los distintos ámbitos en los que se desenvuelve, conocer sus síntomas, y cómo inciden éstos en su vida familiar y escolar, así como profundizar en el conocimiento del TDAH desde la perspectiva del funcionamiento del cerebro y disfunciones en diferentes áreas y circuitos que nos ayudaran a conocer mejor el trastorno y las implicaciones sobre su abordaje.

La evaluación neuropsicológica constituye una herramienta poderosa, no solo para el diagnóstico, sino para definir el tipo de tratamiento que resultará más adecuado. La exploración neuropsicológica nos ayuda a evaluar el desarrollo madurativo global de los niños e incide especialmente en la evaluación de las funciones ejecutivas y las áreas cognitivas del cerebro identificando los puntos fuertes y débiles que presenta el perfil cognitivo del niño. El análisis de estos puntos fuertes y débiles permite identificar cuáles son las áreas que van a necesitar un tratamiento o una intervención más especializada y constituye el origen de partida que debe vertebrar el programa de intervención, adaptándolo a las necesidades específicas de cada niño.

 El abanico de síntomas y comportamientos de los niños con TDAH son una consecuencia de los fallos en los procesos cognitivos, perceptivos, ejecutivos y/o neurobiológicos. Si consideramos la conveniencia de perfilar mejor el diagnostico para una más cualificada intervención y seguimiento futuro del niño con TDAH, es conveniente evaluar el funcionamiento cerebral superior que regula el control inhibitorio, los procesamientos de la atención y las funciones ejecutivas, fundamentales para el correcto aprendizaje. Por lo que la exploración neuropsicológica nos acerca a los fallos y alteraciones funcionales de los sujetos con TDAH y nos permite diseñar intervenciones individualizadas acorde con sus déficits y necesidades.

El neuropsicólogo infantil debe interpretar la conducta desde el cerebro, y este es el hecho diferencial con respecto a otros sistemas de evaluación psicológica. A través de una evaluación neuropsicológica podremos:

  • Identificar en qué momento evolutivo se encuentra el niño/ adolescente.
  • Elaborar un perfil cognitivo, en el que se refleje sus puntos fuertes y aquellos que deben ser reforzados.
  • Conocer el tipo y la eficacia de las estrategias que utiliza.
  • Saber qué factores pueden estar incidiendo, de manera positiva y/o negativa, en la actuación del niño.
  • Conocer la motivación, el grado de colaboración y la conciencia de las limitaciones del niño.
  • Conocer las expectativas de la familia y del centro educativo respecto a su evolución

Por tanto, la neuropsicología infantil realiza aportaciones en la valoración y evaluación del TDAH, obteniendo índices de funcionamiento para los diferentes perfiles y déficits cognitivos. Según Mulas (2006) identificar para luego poder entrenar los déficits propios de cada subtipo diagnóstico nos permite alcanzar logros más adecuados de actuación en el TDAH y diseñar intervenciones neuropsicológicas que favorezcan  cambios cognitivos a largo plazo.

Para obtener más información sobre el proceso de evaluación neuropsicológica no duden en ponerse en contacto con el equipo de Educ-at, quienes le atenderemos y orientaremos en función de su caso en particular.

Muchas gracias.

Patricia Francisco

Especialista en Neuropsicología

educatdah.com

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Positivity / MartaZ*

Parece bastante obvio que cada persona es un mundo y es cierto que aunque sea de forma positiva el catalogar a las personas afectadas con TDAH es en cierta forma discriminar.

Por otro lado, cualquier persona que entienda sobre este trastorno sabrá que en función del componente predominante afecta de una manera determinada (sin olvidarnos de los rasgos personales más allá del trastorno).

No obstante, me he decidido a hacer esta publicación harto de ver está catalogación a la que anteriormente me he referido (Y SIEMPRE DE FORMA NEGATIVA).

Por ello, me gustaría expresar ciertas cualidades muy positivas que en estos años trabajando con niños TDA/TDAH he podido apreciar en muchos de ellos:

– En primer lugar destacaría su sinceridad. Muchas veces fruto de su impulsividad o inocencia, expresan lo que piensan o sienten de una forma sincera y lejos de criticar de forma premeditada o por la espalda. Por supuesto que ello lo tendrán que pulir pero…como nos gustaría que muchos adultos fuesen así.

– Por otro lado, destacaría su creatividad. En ocasiones caen en pensamientos poco reales (de ahí que se diga que son inmaduros para su edad), pero otras son capaces de sorprenderte con ideas extraordinarias.

– Por el contrario (y una de las características que más me soprende) es su pensamiento lógico y simplista. No son especialmente rebuscados y a veces te plantean ideas que aunque hay que luchar por cambiar y en el fondo ni son así ni ayudan, en un primer momento no puedes negar. Un ejemplo de ello es el caso de un alumno adolescente que tras un abandono de los estudios planteaba el siguiente motivo: «Me deje de esforzar porque 2h de estudio al día me daban un resultado de insuficiente y 0h de estudio al día me dan lo mismo».

– Otro aspecto destacado es la humildad. Son personas muy humildes que en muy pocas ocasiones se ven superiores al resto y que no se centran solo en ellos sin ver el mundo que les rodea. Es cierto que en ocasiones esta humildad se convierte en baja autoestima pero…que felices seríamos si nuestro entorno tuviese personas más humildes…

– Por último querría destacar una característica que posiblemente más que de forma innata poseen por lo acostumbrados que están a tener que luchar por todo, me refiero a su gran capacidad de esfuerzo (que aunque a veces no se perciba con el tiempo van obteniendo). Y es que, es fácil creer que son vagos o que no quieren hacer muchas cosas pero…¿Qué hubiese sido de nuestra vida si desde pequeños debiesemos haber tenido que luchar más que nuestros compañeros por conseguir los mismos resultados?

En conclusión, me gustaría con este artículo que poco a poco se fuese sensibilizando la sociedad de la importancia que tiene luchar por este trastorno (que de forma social aún tiene muy poca relevancia) y saber que aunque estemos acostumbrados a escuchar la parte negativa de estos niños tienen también grandes cualidades no siempre reconocidas.

Muchas gracias,

Educ-at