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TDAH ETIOLOGIA

El TDAH es un trastorno complejo, con una base neurobiológica pero, a pesar de las múltiples investigaciones al respecto, aun a día de hoy no existe una seguridad 100% objetiva sobre la etiología del TDAH. No obstante, si existe un consenso general entre la comunidad científica de afirmar que el origen y desarrollo del trastorno se debe en gran medida a factores genéticos (70-75%) y el resto (30-25%) a factores ambientales.

Como todo, en referencia a este tema aparecen diversas posturas y opiniones. Estos porcentajes pueden no estar apoyados por igual y siempre habrá profesionales que den una mayor carga a los factores genéticos y otros a los factores ambientales, pero la mayoria coinciden en que el origen del trastorno no se debe a una única causa, siendo necesaria la convergencia de ambos tipos de condicionantes.

Parece que la opción más plausible es la siguiente. Dentro de nuestro ADN se encuentra una serie de genes que codifican la predisposición a desarrollar el trastorno. Al igual que tenemos codificado en nuestro genoma de qué color será nuestra piel, nuestros ojos, nuestro pelo, etc. también lo está nuestra posibilidad de padecer un trastorno o de desarrollar un tipo de variables de personalidad (sin que tengan que ser éstas patológicas). De otro modo actuarían como las semillas de una planta. Es decir, pueden crecer de manera espontánea o bien por la influencia de otras causas. En referencia a la contribución de otras razones, en las plantas sería el agua y el sustrato del suelo y en el caso del TDAH entrarían en juego los factores ambientales.

Si bien, de lo que no queda duda es que, dentro de los factores ambientales, ciertas situaciones durante el embarazo y posterior a él, aumenta el riesgo y la vulnerabilidad a desarrollar el trastorno.  De esta manera nos encontramos que durante el embarazo el tabaquismo, el consumo de alcohol, nacimiento prematuro, el bajo peso al nacer o el estrés y ansiedad materna son factores de riesgo para el desarrollo del trastorno. Parece ser que estudios relativamente recientes, asocian el consumo de paracetamol en esta etapa como otro factor de riesgo, pero aún falta más peso y evidencia científica para su demostración.

Recientemente el pediatra Pedro Javier Rodriguez Hernández, del Hospital Universitario Nuestra Señora de Candelaria, de Santa Cruz de Tenerife, y miembro del grupo de trabajo de TDAH de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (Sepeap), comenta que la exposición ambiental de metales pesados y el consumo de tabaco en la gestación aumentan por un 2,5 el riesgo de que el hijo padezca trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). “Su importancia no solo radica en que el TDAH causa sufrimiento en los niños afectos, sino que también interfiere en el desarrollo social y educacional, y pueden conducir a problemas sociales y psicológicos que duran toda la vida”, comenta Pedro Javier.

Asimismo, una vez el niño haya nacido, los factores ambientales juegan un papel modulador muy importante para el desarrollo del TDAH y el agravamiento de la sintomatología asociada a él. Es decir, el estilo educativo aplicado, el afecto y la estimulación temprana no provocan el origen del trastorno pero si intervienen en la evolución del mismo, pudiendo agravar o disminuir la problemática adjunta al TDAH.

Por eso mismo, desde Educ-at creemos tan importante el trabajo con las familias, enseñando estrategias para su correcto manejo, formándolas en todas las particularidades del trastorno (que son muchas) con el objetivo de que se vean más capaces y confiadas en poder ayudar a su hijo o hija. De igual manera, la perspectiva multidisciplinar coge un factor determinante, siendo esencial la correcta coordinación entre todos los ámbitos y agentes que intervienen con el niño (teniendo un papel FUNDAMENTAL los profesores).

Trabajando de manera conjunta, estableciendo puentes y puntos de entendimiento, estaremos provocando que la influencia asociada a los factores ambientales se vea reducida, lo que favoreceremos el pronóstico en el desarrollo del niño o adolescente y fomentaremos un adecuado crecimiento personal en todos sus áreas (familiar, escolar, social y emocional).

Y para ello lo más necesario es la VOLUNTAD para querer ayudar y aprender de todos nosotros.

Equipo de Educ-at

educatdah.com

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El trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) representa el problema del neurodesarrollo más frecuente en la edad infantil, con cifras de prevalencia en torno al 5-7%, lo que supone al menos un niño en cada aula escolar. Estos niños se caracterizan por tener una atención imperfecta (dividida, excesivamente focalizada, con déficit en el mantenimiento), por la distraibilidad, o por una posible curiosidad compulsiva en el entorno, que les impide desarrollar una tarea, y por la hiperactividad, siempre reflejada en un comportamiento cognitivo acelerado y muchas veces en un comportamiento motor excesivamente movido.

Para acercarse a un diagnóstico de TDAH, se requiere una minuciosa evaluación de la conducta del niño en los distintos ámbitos en los que se desenvuelve, conocer sus síntomas, y cómo inciden éstos en su vida familiar y escolar, así como profundizar en el conocimiento del TDAH desde la perspectiva del funcionamiento del cerebro y disfunciones en diferentes áreas y circuitos que nos ayudaran a conocer mejor el trastorno y las implicaciones sobre su abordaje.

La evaluación neuropsicológica constituye una herramienta poderosa, no solo para el diagnóstico, sino para definir el tipo de tratamiento que resultará más adecuado. La exploración neuropsicológica nos ayuda a evaluar el desarrollo madurativo global de los niños e incide especialmente en la evaluación de las funciones ejecutivas y las áreas cognitivas del cerebro identificando los puntos fuertes y débiles que presenta el perfil cognitivo del niño. El análisis de estos puntos fuertes y débiles permite identificar cuáles son las áreas que van a necesitar un tratamiento o una intervención más especializada y constituye el origen de partida que debe vertebrar el programa de intervención, adaptándolo a las necesidades específicas de cada niño.

 El abanico de síntomas y comportamientos de los niños con TDAH son una consecuencia de los fallos en los procesos cognitivos, perceptivos, ejecutivos y/o neurobiológicos. Si consideramos la conveniencia de perfilar mejor el diagnostico para una más cualificada intervención y seguimiento futuro del niño con TDAH, es conveniente evaluar el funcionamiento cerebral superior que regula el control inhibitorio, los procesamientos de la atención y las funciones ejecutivas, fundamentales para el correcto aprendizaje. Por lo que la exploración neuropsicológica nos acerca a los fallos y alteraciones funcionales de los sujetos con TDAH y nos permite diseñar intervenciones individualizadas acorde con sus déficits y necesidades.

El neuropsicólogo infantil debe interpretar la conducta desde el cerebro, y este es el hecho diferencial con respecto a otros sistemas de evaluación psicológica. A través de una evaluación neuropsicológica podremos:

  • Identificar en qué momento evolutivo se encuentra el niño/ adolescente.
  • Elaborar un perfil cognitivo, en el que se refleje sus puntos fuertes y aquellos que deben ser reforzados.
  • Conocer el tipo y la eficacia de las estrategias que utiliza.
  • Saber qué factores pueden estar incidiendo, de manera positiva y/o negativa, en la actuación del niño.
  • Conocer la motivación, el grado de colaboración y la conciencia de las limitaciones del niño.
  • Conocer las expectativas de la familia y del centro educativo respecto a su evolución

Por tanto, la neuropsicología infantil realiza aportaciones en la valoración y evaluación del TDAH, obteniendo índices de funcionamiento para los diferentes perfiles y déficits cognitivos. Según Mulas (2006) identificar para luego poder entrenar los déficits propios de cada subtipo diagnóstico nos permite alcanzar logros más adecuados de actuación en el TDAH y diseñar intervenciones neuropsicológicas que favorezcan  cambios cognitivos a largo plazo.

Para obtener más información sobre el proceso de evaluación neuropsicológica no duden en ponerse en contacto con el equipo de Educ-at, quienes le atenderemos y orientaremos en función de su caso en particular.

Muchas gracias.

Patricia Francisco

Especialista en Neuropsicología

educatdah.com

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Según un macroestudio publicado en la convención anual de las Pediatric Academic Societies (PAS) en Vancouver (Canadá), relacionan la prevalencia de TDAH con factores ambientales como pobreza, divorcio, muerte de un progenitor, violencia doméstica, discriminación, enfermedad mental en el domicilio, consumo de drogas por parte de miembros de la familia o encarcelación de seres queridos. De los 65.000 sujetos analizados, el 17% con un diagnóstico de TDAH había sufrido cuatro o más de dichas experiencias traumáticas. ¿Evidencia suficiente para confirmar esta hipótesis?

El origen del TDAH es neurobiológico, si bien sabemos que existen también una serie de factores ambientales que pueden actuar como factores de riesgo, que aumenten las probabilidades de desarrollar el trastorno pero también factores de protección como un estilo educativo parental en el que prime el afecto positivo o una buena atención temprana, que reduzca o inhiba ciertas problemáticas asociadas al trastorno.

La infancia es un periodo crítico en el que la vivencia de experiencias traumáticas como las comentadas anteriormente pueden desembocar o potenciar la aparición del TDAH, debido a que este tipo de situaciones provoca ya no solo un «estrés» a nivel conductual y emocional en el niño (por no comprender la situación ni porqué ocurre) si no también a nivel neurofisiológico ya que cualquier tipo de emoción aparte de implicar una respuesta conductual, conlleva una respuesta a nivel fisiológico, neurológico y endocrino. Por ejemplo, cuando sentimos miedo aumenta nuestro latido cardíaco, nuestra respiración, el nivel de sangre en los músculos, la tensión en ellos y liberamos adrenalina con el fin de huir del estímulo temido. Lo mismo pasa con las emociones positivas, al sentir alegría nuestro cuerpo libera endorfinas y analgésicos como una respuesta al bienestar. Y todo ello esta regido por nuestro sistema nervioso a modo de cableado interior que transmite todo tipo de mensajes y órdenes.

Cómo estas situaciones negativas se prolongan en el tiempo, las emociones negativas que desembocan también lo hacen, así como su respuesta neurofisiológica. Es decir, estaremos haciendo trabajar continuamente a nuestro sistema nervioso, «estresándolo»,  lo que si nos encontramos ante un sujeto con una predisposición genética para desarrollar un TDAH, estaremos aumentando sus probabilidades.

Pero esto no quiere decir que estas situaciones generen siempre la aparición del trastorno. Por ejemplo, ante el divorcio de sus padres, es esperable que, dependiendo de la edad, el niño durante un tiempo se manifieste más irritable, más inquieto o más retraído y despistado, con una reacciones emocionales más exageradas y con un rendimiento menor en todos sus ámbitos, sin que ello signifique que padezca de TDAH. Por ello, se antoja importante ayudar a manejar estas situaciones a los menores, a canalizar las emociones provocadas y actuar en zonas más desfavorecidas en las que haya una mayor probabilidad de aparición de estas circunstancias con el fin ya no solo de reducir, inhibir o amortiguar la aparición de TDAH, sino de cualquier tipo de trastornos psicológicos o psiquiátricos como estrés postraumático, ansiedad generalizada, depresión, problemas de conductas, etc.

En conclusión, seguimos avanzando hacia un mayor conocimiento acerca del TDAH y qué lo origina, descubriendo en este caso, un mayor número de factores predisponentes. Pero no debemos olvidar que el origen de todo trastorno se basa en una multicausalidad y que no es debido a una única causa ni a una única situación. Para ello es muy importante una buena evaluación y unas buenas herramientas para ajustar al máximo el diagnóstico.

Os dejamos un link con la noticia relacionada que ha inspirado esta entrada:

www.muyinteresante.es/salud/articulo/el-entorno-influye-en-el-desarrollo-del-trastorno-por-deficit-de-atencion-e-hiperactividad-761399375329